domingo, 11 de marzo de 2012

LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833)

CONTEXTO EUROPEO.

El siglo XIX fue la época de las revoluciones liberales y de la industrialización. Desaparecieron las monarquías absolutas y un nuevo sistema económico, el capitalismo, consagró la libertad de industria y comercio, así como el derecho a la propiedad privada.

Sobre estas bases se produjo un gran crecimiento económico, una transformación de las relaciones sociales y una renovación del pensamiento político, con la aparición no sólo de las doctrinas liberales; sino también democráticas y socialistas.


Este proceso se produjo también en España con unas características propias debido a su fuerte estructura agraria, el peso de la nobleza y la Iglesia y la debilidad de la industrialización y la burguesía.


EN ESPAÑA.

En 1788 accedió al trono Carlos IV. Un año después, la Revolución Francesa (1789) trastocó el viejo orden e inició un proceso que en cuarenta años derrumbó el Antiguo Régimen en Europa occidental y abrió paso al liberalismo político, al capital y a la sociedad de clases.


Las ideas revolucionarias francesas y los principios liberales que las impulsaron fueron expandidos por Europa por los ejércitos de Napoleón, que desde 1799 había tomado el poder en Francia.

En 1808, España fue invadida por los ejércitos napoleónicos. La ocupación francesa hizo irreversible la crisis del absolutismo borbónico, agravó las dificultades económicas y abocó a una guerra contra el invasor en la que se mezcló la defensa de la monarquía tradicional con las ideas de libertad originadas por la Revolución Francesa.

La resistencia española sorprendió a Napoleón pues consideraba que la monarquía borbónica había llevado a España a una situación de tal desesperanza que nadie sería capaz de reaccionar a la entrada de los ejércitos franceses. Pero se equivocó.
Transcribo un fragmento de un texto de Marx que alude a este momento histórico y que recoge con enorme perspicacia la situación:


«Así ocurrió que Napoleón, quien, como todos sus contemporáneos, creía a España un cadáver exámine, se llevó una sorpresa fatal al descubrir que, si el Estado español yacía muerto, la sociedad española estaba llena de vida y rebosaba, en todas sus partes, de fuerza de resistencia. [...] Al no ver nada vivo en la monarquía española, salvo la miserable dinastía que había puesto bajo llave, se sintió completamente seguro de que había confiscado a España. Pero pocos días después de su golpe de mano recibió la noticia de una insurrección en Madrid. Cierto que Murat aplastó el levantamiento, matando a cerca de mil personas; pero cuando se supo esta matanza, estalló una insurrección en Asturias que muy pronto englobó a todo el reino. Debe subrayarse que este primer levantamiento espontáneo surgió del pueblo, mientras las clases «bien» se habían sometido mansamente al yugo extranjero.
De esta forma se vio España preparada para su reciente actuación revolucionaria y se lanzó a las luchas que han marcado su desarrollo en el presente siglo.
» («New York Daily Tribune» 9-9-1854). Recogido en  la guerra de independencia.



Analiza Marx que No existió ningún gobierno central y las ciudades sublevadas formaron juntas propias subordinadas a las de las capitales de provincia. Estas juntas provinciales constituían, en cierto modo, otros tantos gobiernos independientes, cada uno de los cuales puso en pie de guerra un ejéricto propio.
La Junta de representantes de Oviedo proclamó que toda la soberanía había ido a parar a sus manos, declaró la guerra a Bonaparte y envió a Inglaterra una diputación para concertar un armisticio. Lo mismo hizo más tarde la Junta de Sevilla (..)
(...) Las juntas, cuyos miembros eran elegidos por regla general atendiendo a la posición que ocupaban en la antigua sociedad y no a su aptitud para crear una nueva, enviaron a su vez a la Junta Central a grandes de España, prelados, títulos de Castilla, ex-ministros, altos funcionarios y militares de alta graduación. 
Desde sus comienzos, la revolución española fracasó por esforzarse en conservar un carácter legítimista y respetuoso.

La Constitución de 1812 fue el reflejo de muchos de los principios liberales.

Las reflexiones de Marx sobre este período de la historia de España analizan que (...) Sólo bajo el poder de la Junta Central era posible unir las realidades y las exigencias de la defensa nacional con la transformación de la sociedad española y la emancipación del espíritu nacional, sin lo cual toda constitución política tiene que desvanecerse como un fantasma al menor contacto con la vida real. En la época de las Cortes España se encontró dividida en dos partes. En la isla de León, ideas sin acción; en el resto de España, acción sin ideas.
En la época de la Junta Central, por el contrario, se necesitaron una debilidad, una incapacidad y una mala voluntad singulares del Gobierno supremo para trazar una línea divisoria entre la guerra de Independencia y la revolución española. Por consiguiente, las Cortes fracasaron, no como afirman los autores franceses e ingleses, porque fueran revolucionarias, sino porque sus predecesores habían sido reaccionarios y habían dejado pasar el momento oportuno para la acción revolucionaria (...)

A la vez que en España se producían las convulsiones originadas por la invasión napoleónica; al otro lado del Atlántico los criollos crearon Juntas que, a imitación de las españolas, asumieron el poder en sus territorios, y acabaron por declararse autónomas respecto a la metrópoli.

En los años siguientes, la total intransigencia de la monarquía respecto a la autonomía de las colonias, estimuló el crecimiento del movimiento libertador.


Así; tras la batalla de Ayacucho en 1824, finalizó la presencia de España en la América continental. Desde entonces, sólo las Antillas (Cuba y Puerto Rico) y las Filipinas permanecieron como posesiones españolas.

Mientras tanto; Napoleón era derrotado por las potencias absolutistas europeas, lo que permitió que España, con la ayuda inglesa, venciera a los franceses en la batalla de Arapiles (1812), iniciándose la retirada de la Península del ejército invasor; y retornando Fernando VII al trono de España en 1814, lo que significó la vuelta al viejo orden.

Sería difícil entender la vuelta al viejo orden sin analizar los entresijos de aquella revolución que tomó las riendas de la resistencia al invasor a la vez que ponía forma a los principios liberales en la Constitución de 1812 y en las Cortes de Cádiz.

Recurro de nuevo a un fragmento del texto sobre la guerra de independencia que Marx escribió para el New York Daily Tribune en 1854, donde analiza la situación en los siguientes términos:

"...Unos meses antes del alzamiento, el 19 de marzo de 1808, las revueltas populares de Madrid perseguían la destitución del Choricero (apodo de Godoy) y sus odiosos satélites. Este objetivo fue conseguido ahora a escala nacional, y con ello la revolución interior se llevaba a cabo tal como anhelaban las masas y sin relacionarla con la resistencia al intruso. El movimiento, en su conjunto, más parecía dirigido contra la revolución que a favor de ella. Era al mismo tiempo nacional, por proclamar la independencia de España con respecto a Francia; dinástico, por oponer el «deseado» Fernando VII a José Bonaparte; reaccionario, por oponer las viejas instituciones, costumbres y leyes a las racionales innovaciones de Napoleón; supersticioso y fanático, por oponer la «santa religión» a lo que se denominaba ateísmo francés, o sea, a la destrucción de los privilegios especiales de la Iglesia romana. [...]
Todas las guerras de independencia sostenidas contra Francia tienen de común la impronta de la regeneración unida a la impronta reaccionaria; pero en ninguna parte tanto como en España.
[...]" («New York Daily Tribune» 25-9-1854). Recogido en la guerra de independencia.

Pero los vientos de libertad permanecieron y en el período 1814-1833, tanto España como Europa entera se debatió entre el absolutismo y el liberalismo.

El regreso de Fernando VII significó la restauración del absolutismo realizado a través de la petición de un grupo de diputados que dirigieron al monarca una petición -conocida como "Manifiesto de los persas" para volver al Antiguo Régimen.
La monarquía procedió a la restauración de las antiguas instituciones del régimen señorial y de la Inquisición.

Era la vuelta al Antiguo Régimen en un contexto internacional determinado por la derrota de Napoleón y el restablecimiento del viejo orden en Europa, mediante el Congreso de Viena y creación de la Santa Alianza, que garantizaba la defensa del absolutismo y el derecho de intervención en cualquier país para frenar el avance del liberalismo.
La vuelta a los principios del liberalismo representados por la Constitución de Cádiz de 1812 se produjo en 1820 (Trienio Liberal); finalmente abolido con la  ayuda de la Santa Alianza, que intervino en España enviando a los Cien Mil de San Luis que al mando del duque de Angulema repusieron a Fernando VII como monarca absoluto.


El conflicto dinástico por la sucesión se originó al promulgarse la Pragmática Sanción que otorgó legitimidad a las mujeres para la sucesión al trono. Dos fracciones se enfrentaron entonces: los partidarios de Isabel (hija del rey) y los que apoyaron a Carlos (hermano de Fernando VII).

Al morir Fernando VII en 1833 se inició la confrontación por la sucesión con un levantamiento absolutista en el Norte de España. Comienza así, la primera guerra carlista.



Cronología.

http://webs.ono.com/pedabagon/pedro/Historia%20de%20Espana/esquema%20de%20temas/crisis%20AR/esquema%20crisis%20AR.html

¿Lo entendí? si quieres comprobarlo...

http://webs.ono.com/pedabagon/pedro/Historia%20de%20Espana/esquema%20de%20temas/crisis%20AR/ejercicios%20crisis%20AR.html

 Documental.


Biografías.

Mariana Pineda.


Francisco de Goya



Rafael del Riego












Lectura y Análisis.
Textos de Marx y Engels sobre España: La guerra de la independencia. El trienio liberal.
http://www.sinistra.net/lib/upt/izqcom/gata/gatafbibus.html