miércoles, 5 de diciembre de 2012

TRANSFORMACIONES AGRARIAS Y EXPANSIÓN INDUSTRIAL EN EL SIGLO XIX

Marco general.
En el siglo XIX se transformó profundamente la economía de algunos países de Europa occidental (Gran Bretaña, Francia, Alemania y Bélgica):
  1. La industria se convirtió en la principal actividad económica desplazando a la agricultura, a la par que la producción y el intercambio de bienes crecían en unas proporciones desconocidas hasta entonces. 
  2. Las formas de producción cambiaron radicalmente debido a la mecanización y al uso de nuevas energías, al mismo tiempo que se consolidaba la propiedad privada.
Todo ello transformó radicalmente la estructura económica y la organización de la sociedad, inaugurando la era del capitalismo.

España, como gran parte de los países del este y del sur de Europa, conoció importantes transformaciones económicas pero no se industrializó plenamente. A finales del siglo XIX mantenía una economía predominantemente agraria con un sector industrial con escasa capacidad para competir en el mercado exterior.

En otro sentido, la sociedad española presentaba los rasgos característicos de una sociedad capitalista, aunque el nivel de riqueza por habitante era muy inferior al de los países industrializados, en especial al de Gran Bretaña, convertida en la fábrica del mundo.

Las transformaciones de la agricultura.
La transformación de la agricultura española a lo largo del siglo XIX fue lenta e insuficiente, hecho que explica la posición marginal de España en el proceso de industrialización europeo.

La consolidación de la propiedad privada de la tierra.
Los gobiernos liberales del siglo XIX, especialmente los progresistas, partían de un concepto jurídico nuevo sobre los derechos de propiedad, que implicaba la liquidación de las formas propias del Antiguo Régimen (señorío, mayorazgo, bienes comunales, manos muertas...) y la consolidación de la propiedad privada de la tierra como elemento esencial de la nueva organización capitalista de la economía.

La reforma agraria emprendida en 1836 por los liberales tuvo como objetivo fundamental suprimir las trabas impuestas por las estructuras del Antiguo Régimen al desarrollo de la propiedad privada y la economía de mercado. Las principales medidas fueron la abolición de los señoríos y los derechos jurisdiccionales, la desvinculación de la propiedad y la desamortización de las tierras en manos de la Iglesia y los Ayuntamientos. Tras las reformas, la tierra pasó a ser una mercancía que podía ser vendida y comprada libremente.

Este marco legal se completó con otras medidas encaminadas a dar libertad a los propietarios para disponer de sus tierras y del producto de estas (leyes de cercamiento, fin de los privilegios del ganado, libertad de arrendamientos, etc.)

Los efectos de la reforma agraria.
  1. Con la abolición de los señoríos y los derechos jurisdiccionales, las tierras pudieron venderse y transformarse en propiedad privada. 
  2. Los campesinos quedaron libres de rentas señoriales para convertirse en arrendatarios o asalariados de un propietario privado, agravándose su situación en el futuro.
  3. Con la desvinculación de la tierra y las desamortizaciones (de Mendizábal en 1836 y de Madoz en 1855), miles de propiedades salieran al mercado  modificándose la propiedad territorial. 
  4. El resultado de este proceso fue que a finales del siglo XIX habían cambiado de dueño miles de edificios y parcelas agrarias y los propietarios se habían incrementado y diversificado.

  • El liberalismo progresista tenía la esperanza de que mediante la desamortización la mayoría de los medianos y pequeños campesinos se convirtieran en propietarios, pero a excepción de algunas zonas, compraron tierras quienes ya las tenían y quienes contaban con recursos para adquirirlas. 
  • La mayoría de los nuevos propietarios estaban más interesados en conseguir beneficios rápidos y rentas seguras que en invertir en la tierra. 
  • La desamortización no alcanzó el objetivo de una reforma en profundidad de la estructura de la propiedad agraria capaz de crear un buen número de medianos propietarios interesados en incrementar la productivad de la tierra.
Con la desamortización se cumplieron otros objetivos:
  1. Financiar la guerra contra el carlismo.
  2. Paliar la grave situación de la Hacienda Pública.
  3. Fomentar la construcción del ferrocarril.
  4. Una parte de las tierras pasó a propietarios que aumentaron la producción para obtener beneficios; de esta manera, se mejoró el rendimiento más por la expansión del cultivo que por la mejora de las técnicas. febrer
En febrero de 2013 una noticia relacionada con la desamortización de montes públicos, ha llamado la atención de diferentes medios de comunicación que han informado sobre la intención del gobierno de Castilla-La Mancha de vender 57 montes públicos. ¿Razones? hoy como ayer sería el mal estado de la hacienda pública lo que estaría animando a los gobernantes a tomar esta medida.
Y tras esta pirueta entre pasado y presente veamos qué consecuencias tuvo aquella reforma agraria de corte liberal realizada a lo largo del siglo XIX.

Consecuencias de la reforma agraria liberal fueron:
  1. El aumento de la roturación de tierras hasta entonces incultas: 
    • En los sesenta primeros años del siglo XIX la superficie agraria pasó de 10 a 16 millones de hectáreas. Esto permitió, salvo en ocasiones excepcionales, prescindir de las importaciones de cereales y un crecimiento sostenido de la población.
    • La mayor expansión de cultivos se produjo en los cereales, que en 1860 representaban el 80% del suelo agrícola español. El segundo en expansión fue la vid que se convirtió en un producto de exportación. También se extendió el cultivo del maíz y de la patata.
  2. La ganadería ovina sufrió un notable retroceso debido: 
    • descenso de las exportaciones de lana
    • la supresión de los privilegios de la Mesta 
    • las nuevas roturaciones. 
  3. Aumentó la cabaña porcina.
  4. El aumento de la producción agrícola fue el resultado del incremento de las roturaciones agrarias. Las técnicas de cultivo continuaron atrasadas con respecto a las innovaciones que se estaban produciendo en los países más avanzados de Europa. Esto no significaba que el sector agrario español estuviera estancado, pero los mediocres rendimientos a finales del siglo muestran la limitación de los progresos realizados.
El lento aumento de la productividad, fue un elemento clave en el atraso agrícola español, y las causas se atribuyen a: 
  1. Un marco natural -orografía, suelo y clima- poco favorable.
  2. Una estructura de la propiedad que no fomentaba la mejora técnica:
    • En las pequeñas propiedades de la submeseta norte y de Galicia (minifundios), la producción se destinaba al autoconsumo, sin posibilidades de innovar o de vender el excedente en el mercado.
    • En la gran propiedad (latifundio) predominante en Castilla-La Mancha, Extremadura y Andalucía, la inmensa mayoría de los grandes propietarios no estaba interesada en invertir para cultivar mejor, sino tan sólo en la obtención de fáciles beneficios.
    • Esta situación frenó la innovación agrícola y sumió a la gran masa de campesinos sin tierra en unas condiciones cercanas a las de subsistencia. 
    • Las grandes diferencias de renta provocaron una notable conflictividad campesina a lo largo de todo el siglo XIX.
Veamos algunos aspectos actuales relacionados con el campo andaluz a través de este programa de Salvados realizado por Jordi Évole para la Sexta.
Intervienen jornaleros...

...Y propietarios de la tierra

El programa completo se puede encontrar en Youtube bajo el título La Cultura del Subsidio.
La evolución demográfica.
El aumento de la producción agrícola permitió alimentar a una población en constante crecimiento. Sin embargo, el limitado desarrollo industrial frenó el éxodo rural y ralentizó el proceso de urbanización.

El crecimiento de la población.
A lo largo del siglo XIX la población española pasó de 10,5 millones en 1797 a 15,6 en 1860 y a 18,5 en 1900, cifras que suponen un aumento superior al 75%. La tasa de crecimiento fue mayor en la primera mitad del siglo (0,63% anual) y se redujo en la segunda (0,43%). Las causas más importantes de este incremento fueron las siguientes:
  1. La desaparición de determinadas epidemias.
  2. La mejora de la dieta.
  3. La expansión de algunos cultivos como el maíz y la patata.
A pesar de estos avances, durante el siglo XIX se mantuvieron los rasgos típicos de la demografía tradicional caracterizada por: 
  • altas tasas de natalidad y mortalidad. 
  • el crecimiento de la población en España fue más bajo que en los países de Europa occidental que habían iniciado la transición hacia una demografía moderna caracterizada por bajas tasas de natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
A finales de siglo: 
  • la natalidad era más elevada que la de los países del Norte de Europa 
  • la mortalidad era muy superior a la media europea, incluyendo la mortalidad infantil. 
  • La esperanza de vida en 1900 era de 34,8 años, mientras que Francia, Gran Bretaña o Suecia superaban los 45. 
Así pues, el crecimiento de la población española fue limitado hasta avanzado el siglo XIX, completándose en el XX la transición hacia una demografía moderna.

El mantenimiento de una elevada mortalidad fue debido a: 
  • Las malas condiciones sanitarias y al impacto de las epidemias, ambas muy relacionadas con la pobreza de la mayoría de la población. 
  • Una mala cosecha era suficiente para provocar la escasez de alimentos que conducía al hambre y al aumento del número de muertos. 
  • Las recurrentes epidemias de cólera, tuberculosis y fiebre amarilla fueron las enfermedades más relacionadas con la falta de higiene.
Durante el siglo XIX, y continuando con la tendencia del siglo anterior: 
  • sigue aumentando el peso demográfico de la periferia en detrimento de la España interior, que tuvo como única excepción a Madrid. 
  • en la segunda mitad del siglo XIX el crecimiento de Cataluña, Valencia, Murcia, Canarias y el País Vasco fue mucho mayor que el de Aragón, La Rioja, las dos Castillas y Navarra.
Éxodo rural y crecimiento urbano.
El proceso de urbanización español a lo largo del siglo XIX fue limitado debido al atraso agrario y a la escasa industrialización. El crecimiento de las ciudades fue lento pero constante (a pesar del predominio rural). Hasta 1860 las migraciones internas  fueron escasas, pero se intensificaron a partir de estas fechas al iniciarse un lento éxodo rural hacia las ciudades, especialmente a las capitales provinciales. 
  • En 1836 la población urbana apenas alcanzaba el 10% y en 1900 era del 16,6%. 
  • A partir de 1850, los crecimientos más importantes correspondieron a Madrid (centro político) y Barcelona (principal núcleo industrial) hacia donde se dirigieron los flujos más importantes de población. 
  • Estos movimientos -a diferencia de otros países industrializados-, tuvieron su origen más bien en el rechazo de población en el ámbito rural, y menos en la demanda de trabajadores por parte de las ciudades.
  • El crecimiento urbano de algunas ciudades comportó la demolición de las murallas medievales para  dar viabilidad a su ampliación a través de los planes de reforma urbana (los ensanches). 
  • La transformación urbana avanzó hacia un nuevo modelo de ciudad: apertura de avenidas y calles amplias, construcción de estaciones de ferrocarril, diseño de alumbrado público, gas y alcantarillado. 
  • Los edificios en altura distribuidos por categorías sociales caracterizaron el modelo de vivienda urbana. 
En cualquier caso, a principios del siglo XX, a pesar de la creciente urbanización, la mayoría de la población española era rural y un 70% vivía en núcleos de menos de 20.000 habitantes.

Las migraciones transoceánicas.
Desde principios del siglo XIX se había iniciado una migración masiva desde Europa hacia América que duró hasta bien entrado el siglo XX. Los grandes flujos migratorios, que se iniciaron en 1820, se acentuaron a medida que avanzaba el siglo, a la par que iban cambiando los países emisores de ese flujo de población. 

En España, durante las últimas décadas de siglo, el empleo era escaso en relación al aumento de población, así que muchos españoles buscaron en la emigración a ultramar una posibilidad de mejora en sus vidas, alentadas además por la mejora que suponía la navegación a vapor.
  • Los principales focos de emigración fueron Galicia, Asturias, Cantabria y Canarias, además de Cataluña que aportó un amplio contingente emigratorio hacia Cuba. 
  • El destino más importante fue Latinoamérica (Argentina, México, Cuba y Brasil). 
  • Hasta 1860 se calcula que partieron más de 200.000 personas hacia América, en busca de nuevas oportunidades en el nuevo continente. 
  • Entre 1853 y 1882, los gallegos fueron el contingente más importante de la emigración a América, estimándose en 325.000 el número de ellos que emigraron, lo que representaba más del 60% del total. 
  • Entre 1900 y 1929 se produjo el punto álgido de la emigración española a América por razones laborales. Se estima en más de un millón las personas que durante este período se lanzaron a "hacer las Américas" con el propósito de hacer fortuna en el nuevo continente. 


Los inicios de la industrialización.
El proceso de industrialización en la España del siglo XIX fue muy retrasado con respecto a los países que lideraron la Revolución Industrial. Al iniciarse el siglo XX, solo algunas zonas de la Península habían iniciado el proceso hacia la industria moderna, mientras la economía española era mayoritariamente agraria.

LA INDUSTRIA TEXTIL CATALANA
En Cataluña,a partir de 1770 se había iniciado una incipiente manufactura textil, las fábricas de indianas, que a finales de siglo XVIII habían aumentado considerablemente su producción y adoptado las primeras hiladoras mecánicas.
  • En 1808 la Guerra de la Independencia desarticuló los mercados y detuvo su expansión.
  • Tras el conflicto - a pesar del inicio de la emancipación de las colonias y de la interrupción del comercio colonial-, el aumento de la producción se reanudó con rapidez, muestra de que su principal mercado era el del interior de España.
Los gobiernos liberales progresistas establecieron la supresión de los privilegios gremiales y otras medidas liberalizadoras que:
  • aseguraron el libre ejercicio de la actividad industrial, y permitieron una rápida mecanización de la industria en lugares como Cataluña que ya contaba con capitales y empresarios. 
  • a mediados del siglo XIX, la industria textil catalana era la punta de lanza de la industrialización española, y se ha dicho que al igual que Gran Bretaña era la fábrica del mundo, Cataluña era la fábrica de España.

El proceso de mecanización.
El proceso de mecanización del textil catalán se inició en 1830, al ser incorporadas las primeras máquinas de vapor al sistema productivo.
Para 1861:
-  En la hilatura, los husos mecánicos habían sustituido completamente a los manuales.
-  En los tejidos, los telares mecánicos representaban el 50% del total.
En el proceso de mecanización confluyeron dos circunstancias favorables; por un lado, la escasez de mano de mano que provocó un aumento de salarios; y por otro, la abundancia de capitales por su repatriación de las colonias recién independizadas.
La mecanización adoptó las siguientes características:
  • Fue más lenta en los tejidos debido a los mayores costes de su maquinaria.
  • El proceso de mecanización fue incompleto, pero supuso una notable disminución de los costes y de los precios de venta.
  • Los precios más bajos estimularon una mayor demanda,  favorecida por la protección arancelaria y la sustitución de las prendas de lana por las de algodón, una fibra mucho más higiénica y de fácil mecanización.
  • El aumento de la demanda favoreció el de la producción.
  
Máquina de hilar de Arkwright 

      Nave de hilatura cerca de Lancaster
Consolidación y límites de la industria textil.
El desarrollo de la industria textil tuvo que hacer frente a dos limitaciones muy importantes:
  •  La escasez de carbón de la minería catalana y las dificultades del transporte para abastecerse de hulla asturiana: 
    • El carbón asturiano  no llegó al puerto de Barcelona hasta 1892. 
    • La carestía del carbón estimuló la proliferación de colonias industriales situadas en el margen de los ríos para aprovechar la energía hidráulica. 
  • La debilidad del mercado español, compuesto básicamente por un campesinado con poca capacidad adquisitiva, lo que suponía: 
    • Una demanda débil y excesivamente ligada a las fluctuaciones de la producción agraria. 
    • La exigencia constante del sector textil catalán al gobierno para proteger el mercado nacional frente a la competencia de los tejidos extranjeros.
    • La promulgación de medidas proteccionistas (aranceles) por parte dell gobierno para atender las peticiones de protección del mercado nacional.
La fase de crecimiento del sector textil, iniciada con la mecanización, sólo se vio interrumpida durante la Guerra de Secesión de Estados Unidos (1861-1865), a causa de las dificultades de los empresarios españoles para proveerse de materias primas.

A partir de 1874 se inició una nueva fase expansiva que vino marcada por:
  • La mecanización del tejido.
  • La renovación de la estructura industrial.
  • El surgimiento de numerosas colonias industriales.
 Colonias catalanas: lugares para trabajar y vivir.

El crecimiento de la industria algodonera obtuvo los siguientes resultados:
  1. Desplazar -por su mayor calidad y menor precio-, a la tradicional industria textil no algodonera dispersa por el conjunto de España. 
  2. El crecimiento de la producción fue continuo, pero las cantidades absolutas eran muy pequeñas, comparadas con las de otros países de Europa. 
  3. Finalmente, el tamaño del sector algodonero catalán fue suficiente para industrializar Cataluña, pero no para arrastrar al conjunto de la industria española. 
LA INDUSTRIA SIDERÚRGICA.
En la segunda mitad del siglo XIX, la siderurgia acompañó al textil en el desarrollo de la industria moderna. El sector siderúrgico estuvo estrechamente ligado al desarrollo de la minería del hierro y del carbón ya que las altas temperaturas que requerían los altos hornos para la obtención de hierro laminado necesitaba este combustible en grandes cantidades. 

Las primeras siderurgias 
Los primeros intentos realizados para crear una siderurgia moderna tuvieron lugar en Andalucía (Málaga) a partir de 1826 aprovechando el hierro de Ojén: 
  • Durante treinta años la producción siderúrgica andaluza fue hegemónica en la Península.
  • Las dificultades para adquirir carbón de cocke hizo fracasar esta industria que se alimentaba con carbón vegetal. 
  • Finalmente, los elevados costes de producción de la industria malagueña no pudieron soportar la competencia de zonas que podían abastecerse del mineral de cocke más fácilmente; así que a mediados del siglo XIX, la industria de Málaga entró en definitiva decadencia. 
Entre 1864 y 1879 el centro siderúrgico de España se desplazó a Asturias debido a la existencia de yacimientos de hulla: 
  • Las minas de carbón favorecieron la localización de las siderurgias, y la producción de hierro creció con rapidez. 
  • La siderurgia de Asturias mantuvo su primacía hasta las últimas décadas del siglo XIX, al ser, hasta ese momento, la única zona de España que disponía de carbón mineral.
 

La hegemonía de Vizcaya
Vizcaya disponía de extensas minas de hierro y una tradición de ferrerías que se remontaba a la Edad Media: 
  • A partir de 1876, con la llegada del cocke galés a Bilbao, se consolidó la industria siderúrgica en el País Vasco. 
  • La consolidación del eje comercial entre Bilbao y Cardiff, basado en la exportación de mineral de hierro a Gran Bretaña y la importación de carbón galés para los altos hornos vascos, desempeñó un papel relevante en la industrialización del País Vasco.
El aumento de intercambios en ambas direcciones permitió reducir los costes por unidad transportada. 
En las dos últimas décadas del siglo se constituyeron las grandes empresas siderúrgicas vascas:
1º.  "Vizcaya" (1880) construyó varios altos hornos.

2º.  "Sociedad Anónima Altos Hornos y Fábrica de Hierro y Acero de Bilbao" (1882).

En 1885, Altos Hornos de Vizcaya instaló el primer convertidor Bessemer de España que fabricaba acero en serie a partir de un lingote de hierro.

A finales de la década se puso en marcha el primer horno Martín-Siemens, que producía acero de gran calidad. 
En consecuencia, la producción de hierro de Vizcaya, que, entre 1861 y 1879, suponía un 20% del total nacional, a finales de siglo pasó a representar casi 2/3 del total.


LA EXPANSIÓN INDUSTRIAL.
En el último tercio del siglo XIX: 
  • Catalauña y el País Vasco habían desarrollado una estructura industrial moderna asentada sobre la producción textil y siderúrgica. 
  • En el resto de España existían talleres, manufacturas y formas de trabajo a domicilio, que lentamente  se modernizaron, y hacia finales de siglo empezaron a crear una trama industrial en gran parte del territorio español.
La industria agroalimentaria debido al predominio agrícola, tuvo un papel más relevante, representando en 1856 más de la mitad del total industrial: 
  • En Andalucía, Asturias, Canarias y Extremadura la industria agroalimentaria alcanzó el 75%. 
  • En Valencia se desarrolló una agricultura de exportación de cítricos que estimuló la creación y diversificación de industrias (calzado, madera, química...). 
  • En Zaragoza se abrió paso una industria harinera tras el declive del sector textil tradicional. 
  • En Madrid se inició cierto dinamismo entorno a la industria tipográfica y editorial. 
En la mayoría de los casos se trataba de industrias locales para un mercado próximo, con escasa repercusión a nivel nacional e internacional. Los nuevos sectores como el metalúrgico y químico que representaban en 1856 el 3% de la industria, fueron ganando terreno al avanzar el siglo. 

En relación con el proceso de urbanización se desarrolló: 
  • La industria del gas que se extendió por Barcelona, Madrid, Bilbao, Zaragoza y Sevilla.
  • La industria química, que producía ácido sulfúrico, potasa y sosa para consumo de otras industrias, y explosivos para la minería. 
  • El crecimiento de estas industrias y la diversificación industrial no tuvo un desarrollo significativo hasta bien entrado el siglo XX.

LA PRODUCCIÓN MINERA
La explotación masiva de los yacimientos mineros del subsuelo español tuvo lugar entre 1874 y 1914:
  • Existían abundantes reservas de hierro, mercurio, pirita de hierro, cobre, plomo, cinc y carbón. 
  • Las dos actividades extractivas más importantes fueron el carbón y el mineral de hierro.

Hierro y carbón.

  • La máquina de vapor y el desarrollo de la siderurgia estimularon la demanda de carbón.  
  • Asturias fue el lugar donde la minería de carbón alcanzó mayor desarrollo -aunque había yacimientos por diversos lugares de la Península- debido a sus abundantes recursos y a la facilidad de acceso al transporte marítimo.  
  • La competencia del carbón galés solo pudo ser contrarrestada por el proteccionismo arancelario.
  • La minería del hierro tuvo una importante expansión a partir de la difusión del convertidor Bessemer, que requería un mineral sin fósforo, una característica del hierro vasco poco frecuente en el resto de Europa. 
  • El mineral vizcaíno contaba, además, con la proximidad al mar, lo que abarataba su transporte.
  • Debido a la escasa demanda interior, la mayor parte de la producción era exportada. 
    • Alrededor de los 2/3 del total se exportaba a Gran Bretaña. 
    • Hubo otros mercados importantes como Alemania, Francia y Bélgica. 
  • Estas exportaciones convirtieron a España en el principal abastecedor de mineral de hierro de Europa.
Convertidores Bessemer: Se producía acero de alta calidad a partir de arrabio.

La desamortización del subsuelo.
La Ley de Minas de 1868 supuso la liberalización del sector y con ello, el final de una rígida reglamentación de las concesiones mineras, que permitió la explotación masiva de los yacimientos españoles. La expansión de la producción minera se explica por tres factores: 
  1. El aumento de la demanda internacional
  2. Los avances en las técnicas de explotación, que abarataron los costes de extracción.
  3. El crónico endeudamiento de la Hacienda española, que impulsó la concesión de explotación de los yacimientos (y en algunos casos su propiedad) a compañías extranjeras a cambio de compensaciones monetarias para el Estado. Por ello, algunos historiadores han calificado estas concesiones como una verdadera desamortización del subsuelo.
 El crecimiento de las explotaciones mineras fue importante entre 1870 y 1913:
  • plomo en Jaén (Linares y La Carolina)
  • cobre en Huelva (Riotinto)
  • mercurio en Ciudad Real (Almadén)
  • cinc en Cantabria (Reocín)
La mayor parte de la extracción realizada se exportó:
  • Entre 1899 y 1908, las ventas de metales y minerales al exterior representaron casi un tercio del total.
  • La extracción de estos recursos tuvo escasa repercusión sobre el conjunto de la economía española, al ser expolotados de manera casi exclusiva por sociedades extranjeras con destino a la exportación en su gran mayoría. 

Ferrocarril y Mercado.
Las deficiencias de los medios de transporte fueron en buena parte responsables de la escasa articulación de la economía española, lo que tuvo su reflejo en la lentitud y el retraso del proceso industrializador. 

LA CONSTRUCCIÓN DEL FERROCARRIL.
En 1855 se inició la red ferroviaria en España, con la aprobación de la Ley General de Ferrocarriles. Con anterioridad funcionaban 475 km de líneas férreas, entre ellas las de Barcelona-Mataró (1848) y Madrid-Aranjuez (1851).

Las etapas de construcción del trazado
La construcción de la red ferroviaria se desarrolló en varias fases:
  1. Primera gran expansión (1855-1866): 
    • Supuso una movilización de capitales muy superior a cualquier otra del siglo XIX. 
    • Intervinieron de forma destacada compañías extranjeras. 
    • Entre estas fechas se tendieron 5108 km de vía, y se trazaron, entre otras, las líneas Madrid-Alicante (1858), Sevilla-Cádiz (1861), Barcelona-Zaragoza (1862) y Madrid-Irún (1864).
  2. Ún período de paralización debido a la crisis financiera de 1866 debida a la escasa rentabilidad que tenían las inversiones ferroviarias: 
    • La explotación de las líneas puso al descubierto su escasa rentabilidad.
    • Las acciones ferroviarias cayeron provocando una crisis financiera en el país. 
  3. A partir de 1873: 
    • Se inicia una nueva etapa constructiva completándose el trazado de la red que había quedado paralizada. 
    • Debido a la crisis anterior habían desaparecido todas las compañías ferroviarias excepto la del Norte y la MZA (Madrid-Zaragoza-Alicante).

Los efectos del ferrocarril sobre la economía
El referente normativo en la construcción de la red fue la Ley de 1855, y algunos de sus aspectos condicionaron la historia económica de los 100 años siguientes. Sus características más representativas fueron las siguientes:
  • Consolidó una estructura radial de la red con centro en Madrid, dificultando las comunicaciones entre las zonas más industriales y dinámicas.
  • Fijó un ancho entre carriles mayor que el de la mayoría de las líneas europeas, obstaculizando los intercambios con el resto de Europa. Las causas de esta decisión fueron técnicas: la posibilidad de instalar calderas de vapor más grandes para aumentar la potencia de las locomotoras y poder superar mayores pendientes.
  • La Ley autorizó a las compañías constructoras, en su mayoría extranjeras, a importar libre de aranceles aduaneros, los materiales necesarios para la construcción de la red ferroviaria. Esta franquicia arancelaria ha sido considerada como otra oportunidad perdida para incentivar el crecimiento industrial de España.
LAS DIFICULTADES DEL MERCADO INTERIOR.
En la primera mitad del siglo XIX se pusieron en marcha las medidas legislativas para suprimir los obstáculos a la libre circulación de mercancías y construir un mercado nacional que superase las limitaciones de los mercados locales o comarcales característicos del Antiguo Régimen:
  • Se derogaron los gremios para aumentar el número de productores.
  • Se suprimieron los impuestos de paso.
  • Se eliminaron las tasas y los impuestos indirectos sobre el comercio.
La disponibilidad de una buena red de transporte para trasladar las mercancías de las zonas productoras a las consumidoras fue una necesidad de primer orden en España que tuvo que esperar al tendido ferroviario al no disponer de buenos caminos o de una red hidrográfica para el transporte fluvial. 

A pesar de las irregularidades cometidas en su construcción y las deficiencias de su trazado, el ferrocarril resultó un instrumento indispensable para dotar a España de un sistema de transporte masivo, barato y rápido que pudiese favorecer la circulación de mercancías y personas entre las distintas regiones y favorecer el comercio interior. 

La energía de vapor también se aplicó a las embarcaciones y la navegación se convirtió en un elemento dinamizador del comercio a larga distancia, permitiendo el aumento del cabotaje y la reducción del tiempo empleado en el viaje.

El principal problema para la articulación del mercado interior fue el escaso desarrollo industrial de muchas regiones españolas con predominio de una economía agrícola de escasa productividad. En consecuencia, la falta de demanda debida a la escasa capacidad adquisitiva del campesinado dificultó el crecimiento de la producción. Así, el intercambio de productos en el interior del país fue menor que el de los países industrializados del entorno europeo.

EL AUMENTO DEL COMERCIO EXTERIOR.
Durante el XIX, las exportaciones crecieron a un ritmo similar al del conjunto de Europa, mientras las importaciones lo hicieron a una tasa algo menor.

En su evolución pueden diferenciarise dos grandes etapas:
  1. 1815-1850: crecimiento modesto pero sostenido.
  2. 1850-1900: crecimiento a mayor ritmo debido a la expansión del comercio internacional.
La estructura por productos refleja la transformación de la economía en el siglo XIX:
  • En sus inicios: 
    • exportaciones más relevantes: aceite y el vino
    • importaciones: tejidos de algodón y lino
  • A finales de siglo: 
    • exportaciones: minerales y tejidos de algodón se sumaron a los productos agrarios
    • importaciones: algodón en rama y carbón.
    • El peso dominante de los productos agrarios dentro de estas modificaciones pone de manifiesto los límites de la transformación económica y el escaso desarrollo del sector industrial.
España realizó hasta 1874 -a pesar de las dificultades del período- un estimable esfuerzo de liberalización del comercio exterior siguiendo pautas similares a las de buena parte del resto de Europa.
El atraso de la economía española se debió a los siguientes factores:
  • la política arancelaria,
  • inestabilidad institucional, 
  • atraso agrario, 
  • ausencia de reforma fiscal, 
  • apropiación de los excedentes por parte de las clases sociales improductivas. 
Todo ello, dentro de un marco geográfico cuyos recursos naturales eran poco favorables para impulsar un crecimiento como el de Gran Bretaña.

Hacienda, Banca y Dinero
La reforma del sistema fiscal se emprendió en 1845 pero no consiguió solucionar el endémico endeudamiento de la Hacienda española, que tuvo que recurrir de nuevo a la emisión de deuda pública.

HACIENDA Y DEUDA PÚBLICA
En1845 el gobierno liberal impulsó una reforma fiscal (Reforma Mon-Santillán) que pretendía:
  • eliminar las exacciones fiscales de los privilegiados 
  • aumentar la recaudación sobre la base de la igualdad ante el impuesto. 
Esta reforma tuvo sus limitaciones:
  1. Los impuestos directos no contemplaban las rentas personales (trabajo y capital), que constituyeron uno de los mayores ingresos de las haciendas públicas de los países más avanzados de Europa..
  2. El Estado no consiguió aumentar la recaudación de forma conveniente. 
  3. La insuficiencia de ingresos continuó siendo un rasgo constante en la Hacienda española durante el siglo XIX.
Las consecuencias: 
  1. Las finanzas del Estado perpetuaron el déficit de la Hacienda Pública que tuvo que recurrir al crédito exterior: 
    • realizando concesiones importantes a grupos extranjeros a cambio de fondos (como las concesiones mineras), 
    • constante emisión de deuda pública, hecho que aumentaba todavía más el déficit y provocaba un continuo endeudamiento. 
  2. La espiral deudora alcanzó tal magnitud que el Estado: 
    • se declaró en quiebra en varias ocasiones ante la imposibilidad de cumplir las obligaciones contraídas, es decir, el pago de intereses y amortizaciones. 
    • desconfianza en los prestamistas internacionales por lo que los empréstitos se negociaban cada vez más en peores condiciones para el Estado.
EL SISTEMA FINANCIERO
El inicio de la modernización del sistema bancario español se establece en 1856 con la promulgación de la Ley de Bancos y Sociedades de Crédito. 
  • En 1829 se crea el Banco Español de San Fernando como banco del Estado y emisión.
  • En 1831 comenzó a funcionar la Bolsa de Madrid, con la voluntad de financiar las nuevas empresas españolas a través del ahorro privado.
  • En 1844 se crearon dos nuevos bancos, el Banco de Isabel II y el Banco de Barcelona.
  • En 1856 se creó el Banco de España, que obtuvo en 1874 la concesión del monopolio de emisión de billetes.
  • También aparecieron numerosas sociedades de crédito destinadas a gestionar los negocios y el Banco Hipotecario especializado en préstamos a largo plazo.
  • La industrialización vasca propició el surgimiento de un sector bancario en apoyo a la financiación industrial. Así nacieron el Banco de Bilbao (1856) y el Banco de Vizcaya (1902), que se expandieron rápidamente por toda España.
Resumen.

http://www.slideshare.net/sergisanchiz/tema-05-transformaciones-agrarias-y-expansin-industrial-en-el-xixppt 














jueves, 11 de octubre de 2012

EL SEXENIO DEMOCRÁTICO (1868-1874)

Introducción.

La revolución de septiembre de 1868, llamada por sus protagonistas "La Gloriosa", significó el final de la monarquía de Isabel II.
Se sucedieron después seis años de inestabilidad, en los que hubo varios regímenes políticos. La característica común a todo el período fue la búsqueda de un nuevo orden político y social, en el que tuvo un protagonismo fundamental la pequeña burguesía de las ciudades y el naciente movimiento obrero.
El Sexenio Democrático fue la última etapa de la revolución liberal en España y representó un intento de ampliar el liberalismo e instaurar la democracia. Fueron años de conflictos de diversa índole: políticos (aparición del federalismo, levantamiento carlista, guerra en Cuba); sociales (reivindicaciones populares, primeras organizaciones socialistas y anarquistas) y económicos (contexto de crisis, lucha entre proteccionistas y librecambistas).

La burguesía democrática no consiguió estabilizar un régimen político definido. La regencia, la monarquía democrática de Amadeo I de Saboya y más adelante la República no pudieron controlar los diversos conflictos que se presentaron. El Sexenio fracasó en su intento de modernización política del país y se impuso de nuevo la solución monárquica, que condujo al período de la Restauración de los Borbones, en la persona de Afonso XII, el hijo de Isabel II.


Europa y el mundo.

En el contexto internacional por estos años se estaba fermentando una revolución que cambiaría para siempre las estructuras sociales de la comunidad industrial y consumaría la integración del mundo con gran rapidez. Un desarrollo que se inicia en el último cuarto del siglo XIX, y que en sus líneas básicas alcanzará nuestros días, en que  la crisis actual está cuestionando el modelo de crecimiento gestado entonces.

Este modelo tuvo su origen en la revolución industrial que en Europa continental se produjo en el último cuarto del siglo XIX, consecuencia de la edad del ferrocarril que para 1870 había unido el continente con una nueva red de comunicaciones.
A partir de 1870 se generó un desarrollo económico sin precedentes avalado por la aplicación de los descubrimientos científicos al proceso industrial. La revolución del hierro y el carbón quedó suplantada por la edad del acero y la electricidad, del petróleo y los productos químicos.

El desarrollo económico se inició con la industria eléctrica, química y petrolífera que tuvieron un impacto sin precedentes tanto por la rapidez de sus efectos como por la amplitud de sus aplicaciones a otras industrias.

Los avances científicos tuvieron gran trascendencia en la sociedad:

La medicina, higiene y nutrición: la gran edad de la bacteriología que arrancó en 1870 y quedó asociada a los nombres de Pasteur y Koch, debió su impulso al desarrollo de los nuevos tintes de anilina, que hicieron posible la identificación de una amplia gama de bacterias por procedimientos diferenciados de coloración. 

La microbiología, la bioquímica y la bacteriología tuvieron significativos resultados: producción del primer antibiótico, descubrimiento de las vitaminas y de las hormonas (1902), la identificación del mosquito trasmisor de la malaria. La aspirina se puso en venta en 1899. La anestesia y los antisépticos revolucionaron la práctica de la medicina.
Como consecuencia de las mejoras en la higiene y en la medicina el índice de mortalidad descendió bruscamente en los países de Europa occidental. La población de Europa que había aumentado en 30 millones entre 1850 y 1870, creció no menos de 100 millones entre 1870 y 1900. La totalidad de este incremento de población fue absorbido por las ciudades.

Los objetos de uso generalizado en la civilización actual, hicieron su aparición entre 1867 y 1881:
el motor de combustión interna, el teléfono, micrófono, gramófono, telegrafía sin hilos, lámpara eléctrica, mecanización de los transportes públicos, neumáticos, bicicleta, máquina de escribir, periódicos y rotativos, fibras sintéticas, la seda artificial, plásticos, bakelita...

Las nuevas técnicas industriales necesitaron la creación de empresas de gran envergadura, lo que supuso la necesidad de grandes capitales para invertir. La fundación de la compañia de petróleo Rockefeller Standard en 1870 puede considerarse como el símbolo del alborear de la nueva edad en un momento en que Estados Unidos ya se perfiló como gran potencia mundial. La crisis de superproducción - que fue la consecuencia de las nuevas técnicas y la causa inmediata de la gran depresión entre 1873 y 1895- vino a acentuar el proceso de consolidación industrial a través de la formación de trusts y empresas reunidas.

Al desarrollo de la gran industria se asoció la concentración de la población en extensas aglomeraciones urbanas, donde se aglutinó un proletariado que tendrá gran protagonismo en el devenir político futuro:
Antes de la revolución de 1848, París y Londres eran las únicas ciudades que superaban el millón de habitantes, ahora las grandes metrópolis se convirtieron en lugar de cita de la sociedad industrial: Berlín, Viena, San Petesburgo y Moscú en Europa. Nueva York, Chicago y Filadelfia en EEUU. Buenos Aires y Río de Janeiro en Sudamérica. Tokio, Calcula y Osaka en Asia. Todas ellas rebasaban el millón y es significativo que la aparición de grandes centros metropolitanos fuera un fenómeno mundial.

Las malas condiciones de vida y de trabajo impulsarán a la clase obrera a agruparse en organizaciones de clase para defender sus intereses:

El socialismo utópico fue el marco ideológico en el que se desenvolvió la primera fase organizativa de la clase obrera, que será sustituido en la segunda mitad del siglo XIX por el anarquismo y el marxismo.  

La red de comunicaciones tomó gran impulso:

La terminación de las redes ferroviarias, el desarrollo de los barcos de gran tonelaje y el perfeccionamiento de las técnicas de refrigeración facilitaron la provisión de alimentos baratos para la creciente población industrial. La apertura del Canal de Suez en 1869 redujo la distancia entre Europa y el Oriente y su tráfico se triplicó entre 1876 y 1890. Los productos coloniales ultramarinos como el té de la India y el café de Brasil, aparecieron en cantidad en los mercados europeos y Argentina se convirtió en la primera exportadora de carne.

En Europa la perforación de los Alpes por los túneles de Mont Cenis y de San Gotardo en 1871 y 1882
redujo el trayecto desde Italia y el Mediterráneo hasta Francia y Alemania, de días a horas permitiendo al norte industrializado importar en gran escala frutos y vegetales meridionales.

Como preámbulo se produjeron una serie de fenómenos de enorme trascendencia política:

En 1865 finalizó la Guerra de Secesión en Estados Unidos, cuyo desenlace significó el triunfo de la economía industrial (abolicionista) sobre la agraria (esclavista). Cuando en 1869 se terminó en Utah, el primer ferrocarril que cruzó el continente americano, los EEUU dejaron de ser un país atlántico para convertirse en una nación continental montada sobre unas estructuras nuevas altamente industrializadas.

En Europa se consolidaron los estados nacionales en el período 1859-1871, con la unificación de Italia, y Alemania, a la vez que avanzaban los gobiernos constitucionales.

En Japón la restauración Meiji entre 1866 y 1869 sentó las bases para un desarrollo económico de gran envergadura basado en la industria.

En este proceso Europa alcanza la máxima influencia entre los pueblos no europeos pero se configurarán  dos Europas -una interior y otra exterior- que se habían ido fraguando desde 1870:

El centro era la Europa interior cuyos límites podían establecerse con una línea imaginaria que uniría Glasgow, Estocolmo, Danzing, Trieste, Florencia y Barcelona.

 La zona interior:
  • Contenía toda la industria pesada europea.
  • La red ferroviaria más densa.
  • Concentraba la riqueza de Europa: alto nivel de vida y acumulación de capital.
  • Poseía los laboratorios y toda la actividad científica de Europa.
  • Tenía la fuerza del gobierno constitucional y parlamentario.
  • Poseía los movimientos liberales, socialistas y reformistas de muy diverso tipo.
Junto a ello:
  • La tasa de mortalidad era baja.
  • La expectativa de vida alta.
  • La instrucción universal.
  • La productividad muy alta.
  • Mejoraban ostensiblemente las condiciones de sanidad y salud.
Estas condiciones eran compartidas por algunas regiones de colonización europeas, especialmente por el nordeste de Estados Unidos.

La zona exterior:
Incluía la mayor parte de Irlanda, la mayor parte de la península ibérica e italiana, la Europa al este de lo que entonces era Alemania, Bohemia y Austria.
  • Era agrícola, con una productividad agraria más baja que la zona interior.
  • La población era más pobre.
  • El índice de analfabetismo alto.
  • La esperanza de vida más baja.
  • Los ricos eran terratenientes, por lo general, absentistas.
A partir de 1870 cada vez en mayor medida la zona exterior vivía de la venta del grano, lana o madera a la zona interior más industrializada. Era pobre para comprar productos manufacturados, así que tomaba préstamos en Londres o París.
Su filosofía social y política era importada de Alemania y de Occidente, contrataba ingenieros y técnicos de la primera zona para construir sus puentes e instalar sus telégrafos, enviaban a sus jóvenes a las universidades de la primera zona para estudiar medicina y otras profesiones.
Muchas zonas de las colonias europeas de ultramar pueden considerarse de esta zona exterior (América latina o la parte meridional de EEUU).

Una tercera zona está formada por Asia y África, que desde el punto de vista europeo son (excepto Japón) atrasadas y destinadas a depender de Europa en el medio siglo siguiente a 1870.

Las nuevas industrias precisaron materias primas en abundancia y alimentos para su enorme población urbana.

Ahora la industria salió al mundo en busca de materias primas, sin las cuales no podía subsistir en sus nuevas estructuras. La zona externa de los productores de materias primas se extendió desde Norteamérica, Rumanía y Rusia a las tierras tropicales y subtropicales, y más lejos, hasta Australasia, Argentina y Sudáfrica, áreas y líneas comerciales que antes habían vivido confinadas dentro de sí mismas se fundieron en una economía única a escala mundial. Se creó por primera vez un mercado mundial regido por precios internacionales. A finales del siglo XIX, la mayor parte del mundo estaba enlazado entre sí desde el p.v. económico y financiero.

El voraz apetito del nuevo industrialismo, incapaz de extraer suficientes víveres de los recursos locales, devoraba con rapidez las reservas del mundo entero. Ya no se trataba de cambiar manufacturas europeas -predominantemente textiles- por los tradicionales productos orientales y tropicales. Ni siquiera de dar salida a la expansión de las industrias del hierro y del acero construyendo ferrocarriles y puentes. Ahora la industria salió al mundo en busca de materias primas, sin las cuales no podía subsistir en sus nuevas estructuras.

El nuevo imperialismo de las últimas décadas del siglo XIX fue una consecuencia de los progresos económicos y sociales de los países de Europa y Estados Unidos.

El nuevo imperialismo representaba un movimiento mundial en el que se habían embarcado todas las naciones industrializadas, incluidos los EEUU y Japón.

El imperialismo de fines del XIX fue consecuencia de los cambios económicos y sociales del período posterior a 1870 ya que:
  1. La revolución industrial había creado un abismo entre los pueblos desarrollados y no desarrollados.
  2. Había mejorado las comunicaciones.
  3. Las innovaciones técnicas y las nuevas formas en la organización de los negocios habían incrementado las posibilidades de explotar los territorios subdesarrollados. 
Puesto que en la nueva era industrial ninguna nación podía bastarse a sí misma fue necesario que cada país industrial desarrollase un imperio colonial que dependiese solo de sí mismo y formase una extensa y compleja red comercial autosuficiente protegida si fuese necesario por barreras aduaneras contra la competencia exterior. En ese empeño la nación madre proporcionaría bienes manufacturados a cambio de productos alimenticios y de materias primas.

Las teorías neo-mercantilistas dieron cuerpo teórico al proceso que se estaba fraguando. En la argumentación del neomercantilismo se barajaban cuestiones de prestigio, motivos económicos y maniobras puramente políticas.
Los discursos franceses pretendían una restauración de su prestigio internacional hundido tras la derrota de 1870-71.
Los alemanes consideraban la ampliación de su base económica como un medio esencial para asegurarse un puesto directivo en la constelación internacional.
Estados Unidos exigía las colonias españolas para favorecer el comercio y la creación de capital.
Rusia se expandió por Asia central entre 1858 y 1876.
Las potencias europeas se repartieron África al tiempo que se extendían en Tahítí, Tonkín, Túnez, Madagascar y las Nuevas Hébridas.

Como contrapartida se desarrollaron las ideas internacionalistas y de solidaridad de clase a través de la consolidación de organizaciones bajo las ideologías marxista y anarquista.

Las potencias extendieron su dominio por todo el mundo.

En Asia la ocupación francesa de Annam en 1883 provocó la reacción de Inglaterra que se anexionó Birmania en 1886. China se la repartieron entre Inglaterra, Francia y Rusia. La porción de Alemania fue pequeña pero adquirió territorios en África y en las islas del Pacífico con población de 13 millones. Por último, entró en este reparto Estados Unidos que se anexionó la República de Hawai en 1888, Pearl Harbor en 1887; y tras declarar la guerra a España, se apoderaron de Puerto Rico, Guam, islas Marianas y Filipinas, y establecieron protectorado en Cuba.




ESPAÑA.

Entre 1863 y 1868 se produjeron en España una serie de crisis económicas y políticas que pusieron de relieve las deficiencias del sistema liberal y la debilidad de la economía capitalista. Nos encontramos en los últimos años del reinado de Isabel II y los acontecimientos desembocaron en el exilio de la reina y la formación de un gobierno provisional, iniciándose entonces el período conocido como Sexenio Democrático que se abrió con la "Revolución Gloriosa".

CAUSAS DE LA REVOLUCIÓN.


La crisis económica.

En 1843 se inició una fase de expansión económica que afectó a toda Europa, pero en torno a 1860 la situción empezó a cambiar y el año 1866 fue el inicio de una importante crisis económica. La recesión se manifestó a nivel financiero e industrial, y constituyó la primera gran crisis del sistema capitalista a nivel internacional, que conincidió, además, con una crisis de subsistencias, que tuvo importantes conecuencias en las condiciones de vida de las clases populares.

La crisis financiera tuvo su origen en la crisis de los ferrocarriles:
  • El escaso desarrollo industrial español repercutió en una escasa demanda de mercancías y viajeros, insuficiente para hacer rentables las líneas. Esto provocó la caída de las acciones en Bolsa.
  • Los inversores exigieron subvenciones al gobierno que carecía de fondos al haberse desplomado también las cotizaciones de la deuda pública.
  • La situación provocó la crisis de muchas entidades financieras que cancelaron sus créditos y extendieron la alarma hacia particulares y empresas.

La crisis industrial fue simultánea a la crisis financiera, y afectó especialmente a Cataluña. Lo que pasó fue lo siguiente:
  • La industria textil se abastecía con algodón importado de Estados Unidos, pero la Guerra de Secesión americana (1861-1865) encareció la importación de esta materia prima y provocó su escasez. 
  • Muchas pequeñas industrias del sector algodonero no pudieron afrontar el alza de precios en un momento en el que descendía la demanda de productos textiles debido a la crisis económica general y al fuerte aumento de los precios de los alimentos provocado por la crisis de subsistencias.

La crisis de subsistencias se inició en 1866:
  • Una serie de malas cosechas provocaron la escasez de trigo, alimento básico de la población española. 
  • Los precios empezaron a subir y en 1868 este cereal ya había doblado su precio respecto a 1865. 
  • El coste del pan sufrió el consiguiente aumento, y lo mismo ocurrió con otros productos básicos para la alimentación (arroz, bacalao, etc.).

La combinación de ambas crisis, industrial y agraria, agravó la situación. En el campo, el hambre condujo a un clima de fuerte violencia social. En las ciudades, la consecuencia fue un oleada de paro que provocó un descenso del nivel de vida de las clases trabajadoras.

La crisis política.

La revuelta de sargentos del cuartel de San Gil que fue duramente reprimida es la primera acción visible de la crisis política que se está fraguando. La reina aparta del poder a O´Donnell, pero sigue gobernando el Partido Moderado (Narváez y González Bravo) que cerraron las Cortes por decreto y siguieron sin atender los problemas del país.

El Partido Progresista dirigido por Prim y el Partido Demócrata, al carecer ambos de cauces institucionales de participación en el poder, se negaron a participar en las elecciones y en 1867 firmaron el Pacto de Ostende con los objetivos de:
  • acabar con el moderantismo en el poder, 
  • poner fin de la monarquía isabelina y 
  • abrir un proceso constituyente donde a través de unas Cortes elegidas por sufragio universal se decidiera -entre monarquía o república- la nueva forma de gobierno.
Los unionistas se unieron al pacto tras la muerte de O´Donnell en noviembre de 1867. Esta adhesión fue fundamental para el triunfo de la revolución y para definir su carácter:
  • Por un lado, los unionistas (Serrano) aportaron una buena parte de la cúspide del ejército, dado que contaban con muchos de sus altos mandos. 
  • Por otro, el carácter conservador y opuesto a todo cambio social de los unionistas, contrarrestó el peso de los demócratas y redujo el levantamiento de 1868 a un pronunciamiento militar, aunque las proclamas y los manifiestos hablaran de revolución y utilizaran las reivindicaciones de libertad y justicia social.

LA REVOLUCIÓN DE SEPTIEMBRE DE 1868

La revolución y el gobierno provisional.

El 18 de septiembre de 1868, la escuadra concentrada en la bahía de Cádiz al mando del brigadier Juan Bautista Topete protagonizó un alzamiento militar contra la reina Isabel II:
  • Prim, exiliado en Londres, y Serrano, desterrado en Canarias, se reunieron con los sublevados y consiguieron el apoyo de la población gaditana. 
  • En los días siguientes, Prim, con tres fragatas, fue sublevando a Málaga, Almería y Cartagena.
  • Las fuerzas leales al gobierno defendieron el trono con las armas y el 28 de septiembre ambos bandos se encontraron en Puente de Alcolea, cerca de Córdoba, librándose una batalla que dio la victoria a las fuerzas afines a la revolución. 
  • El gobierno dimitió y la reina salió de San Sebastián con dirección a Francia el 29 de septiembre de 1868, donde fue acogida por el emperador Napoleón III.
  • En la revolución tuvieron gran protagonismo las clases populares, en especial las urbanas, dirigidas por demócratas, republicanos y un sector de los progresistas. 
  • En muchas ciudades se constituyeron Juntas revolucionarias que organizaron el levantamiento y lanzaron llamamientos al pueblo. 
  • Las consignas eran demandas de libertad, soberanía, seprarción de la Iglesia y el Estado, supresión de las quintas, sufragio universal, abolición de impuestos de consumos, elecciones a Cortes constituyentes, reparto de la propiedad o proclamación de la república.
  • Se nombró en Madrid un gobierno provisional centrista con el apoyo de unionistas y progresistas y de la Junta de Madrid que actuó de espaldas al resto de las Juntas del país. 
  • El general Prim fue nombrado presidente del gobierno y el general Serrano fue proclamado regente. 
  • El nuevo ejecutivo ordenó disolver las Juntas y desarmar a la Milicia Nacional dejando claro que una cosa era derrocar a los Borbones y otra pretender cambios revolucionarios en el sistema económico o político.
La Constitución de 1869 y la regencia.
  • El nuevo gobierno provisional promulgó una serie de decretos de carácter progresista -libertad de imprenta, derecho de reunión y asociación, sufragio universal- y convocó elecciones a Cortes constituyentes. 
  • Por primera vez en España se reconoció el sufragio universal masculino (para varones mayores de 25 años). 
  • La victoria fue para la coalición gubernamental (progresistas, unionistas y un sector demócrata), partidiaria de la fórmula monárquica.
  • Aparecieron en la Cámara dos importantes minorías: carlista y republicana.

La Constitución de 1869:
  • estableció un amplio régimen de derechos y libertades, 
  • proclamó la soberanía nacional, de la que emanaban la monarquía y los tres poderes. 
  • El Estado se declaraba monárquico pero la potestad legislativa residía en las Cortes, quedando la potestad del rey limitada. 
  • Las Cortes se componían de Congreso y Senado. 
  • Las provincias de ultramar, Cuba y Puerto Rico gozaban de los mismos derechos que las peninsulares, mientras Filipinas quedaba gobernada por una ley especial.
Proclamada la Constitución la regencia recayó en el general Serrano, mientras Prim fue designado jefe de gobierno.

La renovación económica.
La política económica de esta etapa se caracterizó por la defensa del libecambismo y por la apertura del mercado español a la entrada del capital extranjero. Se establecieron las siguientes medidas:
  • Supresión del impuesto de consumos (volvió a restablecerse para las haciendas locales con una nueva ley en 1870).
  • Se introdujo la contribucción personal que gravaba a todos los ciudadanos según su renta.
  • Se estableció la peseta como unidad monetaria en un intento de unificar el sistema monetario.
El estado de la Hacienda española era el problema más grave:
  1. La deuda pública se elevaba a 22.109 millones de reales, con unos intereses anuales de unos 591 millones, más las deudas contraídas con la banca extranjera. 
  2. Además, la grave crisis de los ferrocarriles sólo parecía tener solución utilizando recursos públicos para subvencionar a las compañías ferroviarias. 
La Ley de Minas de 1871 intentó solucionar estos problemas:
  • Se posibilitó con ella la venta o concesión de yacimientos mineros a distintas compañías, esencialmente extranjeras. Era esta una medida acorde con la liberalización de la economía, que ofrecía facilidades a la entrada de capitales exteriores. 
  • Con los ingresos obtenidos de la llamada desamortización del subsuelo, se hizo frente a la devolución de los préstamos.
La Ley de Bases Arancelarias (julio de 1869) aprobó la liberalización de los intercambios exteriores, poniendo fin a la tradición proteccionista de España. A ella se opusieron los industriales algodoneros catalanes y los cerealistas del interior, que veían peligrar su monopolio sobre el mercado español.

El cambio político.
La Constitución de 1869 consolidó un régimen político basado en los princpios liberal-democráticos, pero frustró algunas aspiraciones de otros grupos políticos. Entre otras:
  • La forma monárquica de gobierno se contraponía a los republicanos.
  • El mantenimiento del culto y del clero aprobado en la Constitución se oponía a amplios sectores radicales.
  • La persistencia de las desigualdades sociales se enfrentaba a campesinos, jornaleros y trabajadores de fábrica, que no veían mejorar su situación.
Durante todo el período se mantuvo una fuerte conflictividad social:
- El campesinado andaluz y extremeño demandaba un mejor reparto de la tierra.
- Las revueltas urbanas protestaban contra los consumos, las quintas (reclutamiento para el ejército) y el aumento de los precios.
- El incipiente movimiento obrero se radicalizó en demanda de mejoras de salario y de trabajo.
En un primer momento fueron los republicanos los que canalizaron gran parte del descontento, pero sus reiterados fracasos desembocaron en posiciones más radicales canalizadas a través del internacionalismo.
Las ideas internacionalistas llegaron a España a partir de 1868, con la expansión de las ideas vinculadas a la Primera Internacional (anarquismo y socialismo), lo que abrió una nueva etapa en la organización del proletariado y del campesinado en nuevas organizaciones de clase, alejadas de los partidos clásicos.

LAS FUERZAS POLÍTICAS: EL AUGE DEL REPUBLICANISMO.

El nuevo panorama político.
Estuvo dominado por cuatro grandes tendencias:
  1. En la derecha
    1. carlistas (católicos y monarquía tradicional) 
    2. moderados (fieles a Isabel II y apoyados por la burguesía agraria de base latifundista, su líder: Cánovas del Castillo). 
  2. En el centro
    1. unionistas (Ríos Rosas), 
    2. progresistas (Prim, Sagasta y Ruiz Zorrila)  
    3. monárquico-demócratas. Apoyados por la burguesía financiera e industrial, clases medias urbanas, sectores del ejército y numerosos intelectuales y profesionales liberales.
  3. En la izquierda: el Partido Republicano Federal dirigido por Pi y Margall y Figueras:
    • Propugnaban un sistema de pactos entre los distintos pueblos o regiones histórico-culturales como una nueva forma de articular el Estado. 
    • Defendían la forma republicana de gobierno, la separación de la Iglesia y el Estado y el laicismo de este. 
    • Promulgaba un proyecto de transformación social que compaginaba la ampliación de los derechos democráticos con la intervención del Estado en la regulación de las condiciones laborales. 

Era apoyado por la pequeña burguesía,las clases populares urbanas y parte del movimiento obrero y campesino (antes de ser atraído por las ideas anarquistas y socialistas).
En este núcleo nacieron las primeras proposiciones de leyes protectoras de los trabajadores, de tal manera que republicanismo y cambio social fueron realidades estrechamente asociadas en el Sexenio.

El auge del republicanismo corrió parejo al desencanto de las masas populares con progresistas y demócratas incapaces de llevar a cabo las reformas que prometían.

En la revolución de 1868 se plantearon reinvindicaciones de carácter social más avanzadas que en el resto de revueltas liberales anteriores. En ello intervinieron los siguientes factores:
  1. Alta implicación de las clases populares en el proceso revolucionario. 
  2. Se trataba de conseguir participación política y de solucionar problemas de carácter social - condiciones de trabajo, salarios, reparto de tierras-. 
  3. Para un amplio sector de la población, la consecución de estos objetivos iba ligada al triunfo de la república federal.
En diciembre de 1868 se produjero los primeros levantamientos federalistas que se extendieron a otras ciudades (Málaga, Sevilla, Badajoz, Béjar, Orense, Tarragona, Gandía y Valencia). Los ejes de su lucha eran los siguientes:
  • Proclamación de la república. 
  • Oposición a la reimplantación de la monarquía. 
  • Se opusieron a las quintas, y propuesieron cambios en el injusto sistema de sorteo y redención, pero no consiguieron su abolición.

En mayo de 1869, los republicanos federales de casi toda España establecieron una serie de pactos para provocar levantamientos, y al mes siguiente constituyeron en Madrid un Consejo Federal provisional. Se llegaron a movilizar partidas federales que sumaron unos 45000 hombres, con especial implantación en Cataluña, Aragón, Andalucía (valle del Guadalquivir) y Valencia.

Prim tuvo que recurrir al ejército para sofocar estos levantamientos. A finales de 1869, el jefe de gobierno proclamó que el movimiento republicano federalista había sido vencido. Pero en los años siguientes volvieron a reproducirse las insurrecciones.


EL REINADO DE AMADEO DE SABOYA.

Búsqueda y elección del nuevo monarca.
La Constitución de 1869 establecía como forma de gobierno una monarquía democrática; así que la principal tarea institucional fue encontrar un monarca que sustituyera a los desacreditados Borbones.
Prim fue el encargado de llevar a cabo las negociaciones necesarias para establecer un consenso internacional sobre el candidato más idónero para el vacante trono español. Se impuso la candidatura de Amadeo de Saboya, un hombre con una concepción democrática de la monarquía y miembro de una dinastía que gozaba de gran popularidad por haber sido la artífice de la unificación de Italia.


Amadeo de Saboya fue elegido rey de España por Las Cortes en noviembre de 1870, y llegó a Cartagena el 30 de diciembre. Tres días antes fue asesinado el general Prim, con lo que el nuevo monarca se quedó sin su valedor y consejero más fiel. El 2 de enero, Amadeo de Saboya fue proclamado rey y, tras tomarle juramento, las Cortes constituyentes se disolvieron para iniciar una nueva etapa de monarquía democrática.

El controvertido asesinato del general Prim llega hasta nuestros días en que recientes investigaciones están aportando nuevas pruebas sobre aquel suceso.

Las dificultades de la nueva monarquía.
La nueva dinastía contaba con escasos apoyos. En la votación de las Cortes obtuvo 191 votos de los 311 diputados presentes:
  • Lo apoyaban progresistas y unionistas pero sin unanimidad entre los diferentes sectores de estos partidos. 
  • Contó con la oposición: 
    • aristocracia, clero y camarillas cortesanas de la época de Isabel II.
    • parte del ejército no vinculado a progresistas o unionistas, lo que fue especialmente grave al desencadenaarse el conflcto carlista y la guerra en Cuba.
    • sectores populares con arraigo republicano, contrarios a la monarquía de cualquier signo.
Establecido el sufragio universal y las libertades políticas, el nuevo monarca pretendió consolidar un régimen plenamente democrático. Pero los dos años del reinado de Amadeo de Saboya estuvieron marcados por constantes dificultades:
  • Económicas: los problemas del Estado eran acuciantes y hubo de recurrir a la emisión de más deuda pública.
  • Políticas: lucha permanente entre los grupos políticos.
  • Militares: revitalización del conflicto carlista, de la guerra en Cuba y de las insurrecciones republicanas.
Una permanente inestabilidad.
  1. Amadeo contó desde el principio con la oposición de los moderados, que consideraban ilegítima a la nueva dinastía y continuaban fieles a los Borbones: 
    • Conscientes de la impopularidad de Isabel II, empezaron a organizar la restauración borbónica en la persona del príncipe Alfonso, hijo de la reina. 
    • Cánovas del Castillo, el principial dirigente de este grupo, fue captando a muchos disidentes unionistas y progresistas, y les convenció de que la monarquía borbónica era una garantía de orden y estabilidad frente al excesivo liberalismo de la monarquía de Amadeo I. 
    • Esta opción contó con el apoyo de la Iglesia y la élite del dinero, opuesta a un régimen que legislaba en contra de sus intereses (abolición de la esclavitud en Cuba, regulación del trabajo infantil, etc.)
  2. Los carlistas se reorganizaron como fuerza política al amparo del clima de libertad que introdujo la "Gloriosa" y en 1872: 
    • Se sublevaron con la expectativa de sentar en el trono a su candidato, Carlos VII. 
    • La rebelión se inició en el País Vasco y se extendió a Navarra y a zonas de Cataluña convirtiéndose en un permanente foco de inestabilidad.
  3. Los sectores republicanos tampoco apoyaban la monarquía pues aspiraban a un cambio de sistema social:
    • En el año 1872 se produjeron nuevas insurreciones de carácter federalista. 
    • La acción de los republicanos se combinó con la influencia de las ideas internacionalistas, especialmente de carácter anarquista, que aunque fueron rápidamente reprimidas, aumentaron la inestabilidad del régimen.
  4. En 1868 se inició, con el llamado "grito de Yara", un conflicto en la isla de Cuba (Guerra de los Diez Años): 
    • La insurrección, dirigida por algunos propietarios criollos contó con el apoyo popular al prometer el fin de la esclavitud en la isla.
    • El gobierno se mostró partidario de conceder reformas políticas a la isla, pero los sectores con intereses económicos en Cuba se opusieron y frustraron la posibilidad de una solución pacífica al conflicto. 
  • El final del reinado fue el resultado de la desintegración de la coalición gubernamental (unionistas, progresistas y demócratas): 
    • En dos años se formaron seis gobiernos y hubo que convocar elecciones tres veces. 
    • La oposición, a partir de 1872, practicaba un total abstencionismo como forma de presión política. 
    • Finalmente, privado de todo apoyo, el 11 de febrero de 1873, Amadeo de Saboya presentó su renuncia al trono y abandonó España.

LA PRIMERA REPÚBLICA ESPAÑOLA (1873-1874)

La última etapa política del Sexenio Democrático fue la Primera República. Su duración no alcanzó un año: se proclamó en febrero de 1873 y fue derrocada por un golpe de Estado en enero de 1874.



La proclamación de la República.

Tras la renuncia de Amadeo de Saboya; las Cortes decidieron someter a votación la proclamación de una república que fue aprobada el 11 de febrero de 1873 por una amplia mayoría de 258 votos a favor y 32 en contra. Como presidente de gobierno fue elegido  Estanislao Figueras.
Pero en realidad la mayoría de la Cámara era monárquica, y su voto republicano fue una estrategia para ganar tiempo y organizar el retorno de los Borbones al trono español.
En el plano internacional, la Primera República española solo contó con el apoyo de Estados Unidos y Suiza. El resto de potencias no reconocieron el nuevo sistema.

En el interior del país, la República fue recibida con entusiasmo por las clases populares, que creyeron que había llegado el momento de cumplir sus aspiraciones de cambio social:
  • Los federales ocuparon las corporaciones de muchos municipios y constituyeron Juntas revolucionarias para desplazar de la Administración a los antiguos cargos monárquicos.
  • En Andalucía se produjo un movimiento insurreccional que pretendía dar solución al problema del reparto de tierras entre el campesinado.
  • En las ciudades se produjeron amplias movilizaciones a favor de la reducción de la jornada laboral, del aumento de salarios y de la implantación inmediata del Estado federal. 
Los dirigentes republicanos encargados de poner en funcionamiento el nuevo sistema estaban lejos de las aspiraciones revolucionarias. Su interés por respetar la legalidad se concretó en la disolución de las Juntas y en la represión de las revueltas populares. Pacificado el panorama se convocaron elecciones a Cortes constituyentes, que ganaron ampliamente los republicanos.



La victoria republicana era engañosa, ya que más de un 60% del electorado se abstuvo.













El intento de instaurar una República federal.

Las Cortes se abrieron el 1 de junio de 1873 y el día 7 proclamaron la República Democrática Federal. Estanislao Figueras fue nombrado presidente:
  • Tomó las primeras medidas reformistas al suprimir los impuestos de consumos y las quintas
  • La falta de recursos del Estado y la desorganización del ejército provocaron su dimisión. 
  • El gobierno pasó a manos de Francisco Pi y Margall, que quedó encargado de elaborar una Constitución federal para España.

El proyecto de Constitución federal.

El proyecto de la nueva Constitución se presentó en las Cortes en julio. Su propósito era emprender importantes reformas, pero los pocos meses que duró la experiencia republicana no permitieron el desarrollo de la legislación reeformista.

La Constitución Republicana Federal de 1873:
  • Seguía la línea de la Constitución de 1869 en relación con la implantación de la democracia y al reconocimiento de amplios derechos y libertades. 
  • La República tendría un presidente y las Cortes mantendrían las dos cámaras, el Senado y el Congreso. 
  • Se declaraba la libertad de culto y la separación de la Iglesia del Estado.
  • Se ratificaba la abolición de la esclavitud en las colonias, la supresión de las quintas, la reforma de los impuestos y el inicio de una legislación proteccionista en el ámbito laboral fueron las leyes más innovadoras.
 El aspecto más novedoso era la estructura del Estado:
  • Se establecía que la Nación española estaba formada por diecisiete Estados, entre ellos Cuba.
  • Declaraba que el poder emanaba de tres niveles: municipios, Estados regionales y Estado federal.
  • Los Estados regionales tendrían autonomía económica, administrativa y política, "compatible con la existencia de la Nación", y elaborarían sus propias constituciones, también compatibles con la del Estado federal. 
  • El proyecto de Constitución planteaba, por primera vez en el liberalismo español, un Estado no centralista, y recogía tradiciones regionalistas que estarían en el origen de las futuras propuestas nacionalistas.
Los conflictos armados.

La Primera República tuvo que enfrentarse a graves problemas que paralizaron la acción de gobierno.

  • Una insurrección carlista
    • Contó con un auténtico ejército y el dominio de diversos territorios tradicionalmente carlistas. 
    • En el mes de julio se extendió por gran parte de Cataluña, desde donde se hicieron incursiones hacia Teruel y Cuenca, y se consolidó en las provincias vascas y el Maestrazgo. 
    • En las zonas sublevadas se fue articulando un embrión de Estado, los ayuntamientos y diputaciones se organizaron bajo principios forales e impulsaron la lengua propia y las regionales. 
    • El conflicto se prolongo hasta 1876.
 

  • El obstruccionismo de los partidos monárquicos y las divisiones entre los propios republicanos
Todo ello socavó un régimen que tenía deficultades para dirigir un ejército escasamente fiel al proyecto republicano. 

La sublevación cantonal.
El conflicto más grave que se produjo en el breve período republicano y el que mayor situación de crisis provocó en el gobierno fue la sublevación cantonal:
  • El cantonalismo fue un fenómeno complejo en el que se mezclaban las aspiraciones autonomistas promovidas por los republicanos federales intransigentes con las aspiraciones de revolución social inspiradas en las nuevas ideas internacionalistas. 
  • La proclamación de cantones independientes, con sus gobiernos autónomos y su propia legislación, fue la consecuencia de aplicar de forma radical y directa la estructura federal desde abajo, impulsada por el deseo de avanzar en las reformas sociales.
  • La población de las zonas con fuerte implantación republicana -radicalizada por las aspiraciones revolucionarias expandidas por los núcleos anarquistas de la Internacional-, se alzaron en cantones independientes. 
  • En el mes de julio se proclamaron los cantones de Cartagena, Sevilla, Cádiz, Granada, Málaga, Bailén, Andújar, Tarifa, Algeciras, Castellón, Valencia, Alicante, Torrevieja, Almansa y Salamanca. 
  • Los protagonistas de los levantamientos eran un conglomerado social de artesanos, pequeños comerciantes y asalariados dirigidos por los federales intransigentes, decepcionados por el rumbo de los acontecimientos de la nueva República.

  • El presidente Pi y Margall se opuso a sofocar la revuelta por las armas y dimitió, siendo sustituido por Nicolás Salmerón, que inició una acción militar contra el movimiento cantonalista. 
  • Excepto en Cartagena, la intervención militar acabó rápidamente con la insurrección, pero dio un inmenso poder a los generales que asumieron la represión y volvió a colocar al ejército en el papel de único garante del orden y barrera contra la revolución social.
  • Salmerón dimitió en septiembre al sentirse moralmente incapaz de firmar las penas de muerte impuestas por la autoridad militar contra activistas cantonalistas. La presidencia recayó entonces en Emilio Castelar.
  • El nuevo ejecutivo intentó aplicar una política de autoridad y fuerza para controlar los problemas que aquejaban al país, especialmente la grave situación de Cartagena.

El fin de la experiencia republicana.
  • Desde septiembre de 1873, la República dio un vuelco conservador con el nuevo gobierno Castelar, que había ido abandonando las pretensiones federalistas y reformistas. 
  • Castelar no tenía mayoría en las Cortes y, temiendo ser destituido por la mayoría federal, había suspendido las sesiones parlamentarias para gobernar autoritariamente, respaldando a los sectores más conservadores y concediendo amplias atribuciones a los jefes militares para que mantuvieran el orden público. 
  • Ante esta situación, en diciembre del mismo año, un importante sector de diputados (Figueras, Pi y Margall y Salmerón) acordaron: 
    • Plantear una moción de censura al gobierno Castelar para forzar su dimisión, cuando se reanudasen las sesiones a Cortes. 
    • Su intención era volver a controlar el gobierno y devolver al régimen republicano sus planteamientos iniciales. 
  • El día 3 de enero de 1874 se abrieron las Cortes y el gobierno de Castelar fue derrotado por 120 votos contra 100: 
    • Era inminente la formación de un gobierno de izquierda. 
    • Al conocer este hecho, el capitán general de Castilla la Nueva, Manuel Pavía, exigió la disolución de las Cortes republicanas. 
    • Los diputados se resistieron en principio pero, ante la invasión del hemiciclo por Pavía con fuerzas de la Guardia Civil, abandonaron la Cámara. 
    • Era el día 4 de enero de 1874. Apenas hubo resistencia, ni política ni popular, lo que muestra la debilidad de la República que, excesiva para unos y demasiado tibia para otros, apenas contaba con base social en la que sustentarse.
El poder pasó en los meses siguientes a manos de una coalición de unionistas y progresistas encabezada por el general Serrano, que intentó estabilizar un régimen republicano de carácter conservador. Pero la base social que podía apoyar un proyecto de este tipo ya había optado por la solución alfonsina, esto es, la vuelta del hijo de Isabel II, Alfonso XII:
  • El 29 de diciembre de 1874, el pronuciamiento militar de Arsenio Martínez Campos en Sagunto proclamó rey de España a Alfonso XII. 
  • Anteriormente Isabel II ya había abdicado en su hijo, y Cánovas del Castillo se había convertido en el dirigente e ideólogo de su causa. 
  • El 1 de diciembre del mismo año, el príncipe Alfonso de Borbón había firmado el Manifiesto de Sandhurst, redactado por Cánovas del Castillo, que sintetizaba el programa de la nueva monarquía alfonsina: un régimen de signo conservador y católico que garantizaría el funcionamiento del sistema político liberal y restablecería la estabilidad política y el orden social.

Resumen.
http://www.slideshare.net/maito/sexenio-revolucionario-2973159



Cronología y Síntesis del período 1833-1874.
 http://webs.ono.com/pedabagon/pedro/Historia%20de%20Espana/esquema%20de%20temas/estado%20isabelino/esquema%20estado%20isabelino.html

¿Lo entendí? si quieres comprobarlo...
http://webs.ono.com/pedabagon/pedro/Historia%20de%20Espana/esquema%20de%20temas/estado%20isabelino/ejercicios%20estado%20isabelinomarcoglobal.html

Lectura y Análisis.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virtual/politica/caminos/1.html

Autores.
Benito Pérez Galdós.
Gertrudis Gómez de Avellaneda.
Gustavo Adolfo Bécquer.
Juan Valera